
El eterno debate entre los que entrenan de día y los que entrenan de noche ha vuelto a surgir. Los argumentos sobre si es mejor una u otra por tal y tal razón sobran, pero ¿qué dicen los expertos al respecto?
Si bien, no hay una respuesta universal, ya que esto depende mucho de tu cuerpo, tus horarios, ritmo de vida y cómo organices tu rutina, existen algunos mitos derribados y trucos efectivos para que tu rutina nocturna sea tu aliada y no tu hater.
Aquí te va el “qué”, el “por qué” y el “cómo” para que saques el mayor provecho del ejercicio nocturno sin sabotear tu sueño.
¿Cuáles son los beneficios de ejercitarte por la noche?
- Mejor rendimiento muscular y fuerza: tu temperatura corporal alcanza niveles óptimos más lento, lo que puede hacer que levantar pesas o hacer rutinas más intensas se sienta “menos pesado”.
- Liberación de estrés y mejor humor: hacer ejercicio al final del día ayuda a soltar la tensión acumulada, activa las endorfinas y puede ayudarte a calmar la mente antes de dormir.
- Rutina más factible: si tus mañanas son un caos, la noche puede ser tu salida de escape para hacer tu rutina completa y sin interrupciones.
- Potencial para dormir mejor: En algunas personas, el ejercicio nocturno de forma moderada no afecta el sueño e incluso puede mejorar la calidad del descanso.
- Reducción del riesgo de muerte prematura: de acuerdo con un estudio reciente, realizado en Australia, se descubrió que quienes entrenaban por la noche tenían un 28% menos probabilidad de morir prematuramente por cualquier causa en comparación con los que hacían ejercicio por la mañana o tarde.

Lo que debes de cuidar si entrenas de noche
- Intensidad e intervalo de tiempo: realizar ejercicios pesados justo antes de dormir puede sabotear tu descanso. Actividades tipo HIIT, sprints o fuerza intensa elevan tu frecuencia cardiaca y adrenalina, lo que puede dificultar que concilies el sueño. Se recomienda terminar ejercicios de alta intensidad al menos 1 a 1.5 horas antes de dormir para que tu cuerpo tenga tiempo de relajarse.
- Tipo de ejercicio: opta por rutinas menos agresivas si ya es tarde. Actividades como yoga suave, estiramientos, caminatas ligeras o ejercicios de movilidad funcionan muy bien como puente hacia el descanso.
- Momentos justo antes: evita comidas pesadas o llenas de proteína justo antes del entrenamiento, pueden generar malestar digestivo. Cuida tu hidratación, pero sin exagerar para no despertarte a media noche para ir al baño. Evita comidas estimulantes. Después del ejercicio, darte un baño puede ayudar a relajar tu cuerpo.
¿Entonces, cuál es el mejor momento para ejercitarse?
Aunque sería cómodo tener una hora mágica para todos, la realidad es otra: el mejor horario es el que puedas mantener para no interrumpir tu rutina ni tus hábitos. Si tu ritmo de vida te obliga a moverte por la noche, no te sientas culpable, solo necesitas planearlo.
